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EL VALLE DE ENOCH

GENIOS ERRANTES

FELICIDADES!!!!!!

FELICIDADES!!!!!!

Tan sólo te dejo esta imagen. Siempre me ha recordado a tí. Tal vez un día, en aquellos tiempos donde el hombre aún miraba al frente miestras sus pasos se dirigian a un enigmático destino, alguien osó retratar tu alma. Tu inconmesurable e inabarcable alma. TE QUIERO ROSA.

LA BÚSQUEDA

LA BÚSQUEDA

Para que no te quedes de hielo

en la sombría ventana

mientras me esperas llegar,

voy a regalarte mis manos

para que ellas te arropen

y en sus cuencos de piel bebas

un cálido té de primavera;

que voy en busca de mí misma, amor,

para entregarme entera.

Sacra Leal "La Revolución del Llanto"

BIENVENIDOS

BIENVENIDOS

¡Bienvenidos a todos y a todas! Sed cordialmente recibidos a mi humilde morada. Aquí dónde el alma errante puede reposar de su largo camino y compartir sus valerosas experiencias. Aquí dónde tu palabra, tu pensamiento, tu verso son alivio para otros peregrinos que, como tú, buscan la senda de su propio destino. Quizá descubramos aquí,  que en un futuro,  esa misma senda sea la que nos lleve a un mismo destino final.    

¿Porqué el Valle de Enoch? 

Cuentan los antiguos hebreos que Enoch fue el único hijo de Caín, y que éste construyó la primera ciudad sobre la Tierra. También nos dicen que Enoch nunca perdonó la crueldad con la que Dios trató a su padre y que por ello crió a sus descendientes en la más absoluta ignoracia religiosa. Para compensar su falta de fe, Enoch intruyó a sus hijos en los sabios conocimientos que Eva recibió del árbol del Bien y del Mal del que tan ingenuamente pecó. Así fué como el hombre comenzó a recelar de su creador y a reflexionar sobre sí mismo, lanzándose por vez primera hacía la busqueda de la redención. Una redención que no provenía de sus pasados errores como púberes almas sino del mismo Dios que permitió la caida de sus vistudes y que tan injustamente jamás se responsabilizaba .

Enoch os recibe en sus tierras como siervos de vuestra propia vida sin estar sujetos a la culpabilidad del errático padre. Vosotros soís vuestros propios jueces, vuestros propios abogados, vuestros propios verdugos. Qué ningún Dios os ahogue con la soga de su propia conciencia.  Sed Bienvenidos.